01/07/2019
Wonder no es una pelÃcula cualquiera aunque desde lejos, en la distancia, sin meterte en la métrica de tu cinta, puedas sospechar que es un film banal, de esas para matar las horas, una dosis de entretenimiento.
Supe de ella quizás desde esa perspectiva de quién etiqueta sin conocerla hasta que decidà verla.
Wonder no es en sà la historia, no es August y sus vivencias para salir adelante en un entorno hostil donde la inocencia no mide la altura de la crueldad, ese sabotaje emocional que los niños manifiestan a temprana edad, es , digo, un envoltorio, una sacudida permanente de emociones que te retrotrae a la infancia, a esa magia de la amistad cuando su valor desnuda cada rasgo y te quedas con ella, a contemplarla, a disfrutarla, con algún nombre pululando en tu memoria, con alguna traición, con ese tono de que la vida, a menudo, tienes que tomártela con cierta "guasa".
Esta pelÃcula de 2017 basada en el
best seller de R.J.Palacio nos muestra no solo ese aparente centro de atención que puede ser esa cara deforme y su conquista personal, sino
un viaje entre los personajes donde la naturaleza humana nos muestra sus virtudes y desazones, el que esgrime la espada con valentÃa y tesón, quién falsea la realidad para aparentar lo que no es, quién mitiga la soledad sin precipitarse, quién ofende sin más a cambio de un estatus, quién siempre muestra su cara amable, una sonrisa aunque el mundo se tambalee a sus pies, a las diferencias, las sociales, pero también a esos monstruos que crean espejos de sà mismos.
August es un niño divertido, inteligente y padece el sufrimiento de ese etiquetado al que, a menudo, sin observancia, solemos caer.
Advertir el fondo de los sustancial es una tarea que requiere acercamiento, ponerse en la piel del otro y trascender con él y dejarte caer también, cómo no, por su infierno particular.
Wonder es una
pelÃcula emotiva que no pastiche que enseña lecciones de vida más allá de esa corta edad o la adolescencia, una especie de oráculo universal que prevé un recorrido vital, imágenes donde puedes sentirte retratado, capaz de evocarte no solo el recuerdo sino la ingesta de su emoción, esa herida, esa alegrÃa, esa catapulta hacia lo que fue y que luego el tiempo definió en su labor de alquimista.
Pero también es
redención callada y personal, una transfusión sanguÃnea de la que no puedes huir ni ocultarte, como si la verdad tuviese siempre esa baza escondida y no contaras con ese casco espacial para cubrirte.
Sinceramente una pelÃcula muy recomendable que llenó de algunas lágrimas mis mejillas (quizás no cuento con altos muros para la sensibilidad) pero, sobre todo,
ese retorno, ese viaje de la memoria hacia aquellos lugares y personas que un dÃa fueron tuyos y que hoy son parte de tÃ, materia desgranada, revolución e impronta personal, incluso olvido.