09/09/2019
El intruso honorífico es uno de esos libros que despiertan la curiosidad. Está lleno de genialidades, ocurrencias, no en vano no deja de ser, como bien dice su autor,
Felipe Benítez Reyes, un prontuario, es decir un conjunto de anotaciones escritas a modo enciclopédico, clasificado, con el rigor de la A a la Z.
No es un libro para ser leído de un tirón, el empacho sería monumental especialmente porque el
grado de erudición de nuestro autor es manifiesto y pone en evidencia nuestra propia formación, el bagaje cultural con el que contamos después de nuestras numerosas o quizás incipientes incursiones literarias, bibliófilas, etc.
Lo cierto es que
El intruso honorífico no te va a dejar indiferente aunque pueda entenderse las reservas del autor y sus editores a la proyección comercial presente y futura del libro, es decir su aceptación por el público (a estas alturas va por la segunda edición).
Para publicar algo así, (no es un poemario, una novela, un ensayo o un conjunto de breves relatos) se necesita sino valor al menos una cierta predisposición a saltar la banca con un único as y eso, en el mundo editorial, si no hubiese estado avalado por la firma de su autor posiblemente hubiera sido sumamente arriesgado.
Pero
Felipe es una especie de rey Midas, convierte en oro todo aquello que toca aunque ello no tenga nada que ver con la mitología sino con su ardua carrera literaria, con sus merecidos galardones y premios, con una trayectoria impecable que roza ese instinto de superación personal que lo convierten en uno de los autores más universales de nuestras letras.
Sus
ocurrencias, anotaciones te podrán parecer disparatadas, podrán sacarte una sonrisa en mitad de la noche , una ávida carcajada o podrá sumergirte en la historia y sus personajes, en sus caprichos y concepciones, esa forma de ver el mundo desde un prisma diferente cuando no son tus ojos los que lo ven.
Y quizás sea ésa su mayor riqueza, ese contagio que presume el lector ante la pasarela de personajes que aparecen, sus discernimientos y fantasmas pero también esa delicada prosa, esa fina escritura en la que Felipe Benítez agita la imaginación, la remueve como un cocktail y te deja en ese limbo entre lo real y lo imaginario. En eso Felipe es un maestro y ustedes lo saben.
Les recomiendo pues que lean este libro como su mismo autor predica, a modo de pequeño picoteo.
Quizás no le satisfagan todas las entradas, eso sería prácticamente tener un acierto del 100% y eso es algo que en literatura y en este tipo de proyecto representaría una estadística tan poco probable como circunstancial.
Es mejor dejarse llevar por ese líquido que destila, por esos minutos bajo la lámpara y soñar con los ojos abiertos esa amalgama que somos, nuestros desatinos y aciertos, esa compleja esencia del ser humano que nos convierte en existencias peculiares, a veces ridículas, lejos de nuestro asombro y otras tan cerca de ese abismo donde los cables se cruzan para forjar misterios y elucubraciones que distan o nos separan o fortalecen nuestros vínculos.
Me quedaría con muchas cosas de este libro.
No necesito mencionarlas si ya no lo he hecho.
Sigo picoteándolo: puedes elegir la entrada, la letra, el orden, el misterio, la sutileza, la metáfora, la risa, el disparate,la agudeza, el simbolismo, su rutina, su magia, su esqueleto....
En fin es un libro para comérselo, para degustarlo.
Y luego que cada uno le de el sitio que considere en su estantería.
Eso sí sin pretextos, con conocimiento de causa y habiéndose tragado hasta la guinda de un menú labrado durante tantos años, anotando cada destello en una servilleta, un trozo de papel o dándole al sueño tregua para seguir escribiéndolo.
Porque aunque parezca que este libro se ha escrito sólo, eso únicamente representa la humildad de quién ama lo que hace y pone su corazón en ello.
Lo demás está ahí. ¡ Disfruten de ello ! 😊