JOSE LUIS ROY, MAÑO EN EL CORAZÓN
03/12/2021
Estamos rotos, cuesta creer que la vida nos emplace tan duramente a la realidad, a la pérdida de un ser querido, un buen amigo. Apenas abres los ojos y ya no estás, y esa verdad inexorable aunque sea ordinaria en nuestra existencia, nos deja helados, petrificados en nuestro asombro pues te llevan demasiado pronto amigo, demasiado pronto. No pensé jamás ver tu ataúd y llorarte tras un cristal. No somos nada, ¿ recuerdas maño?, decíamos.
Nos ofreció la vida la posibilidad de conocernos y en ella cuajamos nuestra amistad, seguimos la estela del otro con ternura y afecto y brindamos, alegres, por estar juntos y compartir nuestras emociones, vivencias, ese calado que vamos arrastrando y que conforman también parte de la identidad.
Tú, José Luis, amigo mío y de tantos, por tantos querido, eras un tipo auténtico, observador, de pocas palabras pero suficientes, introvertido, gran oyente, trabajador incansable, valiente, hombre de ideas claras y profundos afectos. Adentrarse en tí exigía el tiempo de las buenas maneras y tu confianza la vendías cara, con sencillez y humildad. ¡ Cómo te vamos a echar de menos! . Estoy escribiendo estas palabras con el aturdimiento de un alma en pena porque me sobra tristeza y me aferro a tu recuerdo.
Tú así lo hubieras querido, cantar lo genuino, ese humor inteligente y sobrio, hijo de Brea y apadrinado en Gades, tierras que fueron unidas, compota esencial de tu historia.
Dejas un vacío inabarcable y aunque deba mirar hacia adelante no dejaré que tu huella se oscurezca: algunos se van para siempre, otros, sin embargo, se quedan. Y tú eres de ésos, los que figuran en el calendario de mis días, los que siempre abrigarán un pensamiento en la distancia.
Iremos a Brea, a ese pueblo ahora enlutado por tu pérdida donde las campanas repicaron tu nombre para llevarte más allá, al sigiloso laberinto de la memoria y nuestras estaciones en el corazón.
Veremos, como tú querías, aquellos parajes y cumbres, la familia que allí siempre te aguarda y el escudo de tu equipo que por primera vez jugaba la Copa.
¡ Te echaremos de menos José Luis!
He visto los ojos de tu hija, el derrumbe de quien pierde el amor de su vida, a tantos amigos consternados ya por tu repentina ausencia, a tu hermana Maribel cuyos ojos eran los tuyos y su abrazo inspiraba tu nobleza. ¡ Tanta buena gente!
Y ahora miro a mi alrededor y sé que estoy más solo, no tengo fechas en el calendario para verte. Sólo tengo a mi corazón que habla contigo, a solas, pero somos muchos José Luis los que hilamos nuestro rumbo con tu recuerdo y memoria.
Y no te olvidaremos amigo, maño, cubriremos la senda de tu recuerdo con el reposo de tus palabras, el amable consejo, tu óptica crítica sobre el mundo, las flagelaciones deportivas, el discurso profesional y esa mirada abierta a conocer otras vidas y desde dentro su extrañeza.
Estarás siempre con nosotros. Hasta que un día el reloj tiente nuestra hora cierta y ya nos sobren los calendarios, la zozobra siempre de vivir y converjamos en un punto donde todo sea paz y gloria.