EL VOTO ÚTIL
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20/06/2023
La política da asco. Mire al lado al que mire.
El bipartidismo ha vuelto y la izquierda sobre la izquierda se ha convertido en un proceso precipitado, una opción política progresista que conoce bien el descalabro de Podemos. En esa lucha, Yolanda Díaz veta la radicalización dejando al margen, fuera, a Irene Montero. No desea vincularse a ese tono agresivo y desmesurado de la ministra de Igualdad. Quien entiende que la política debe ser duro enfrentamiento queda relegada al discurso de las buenas formas, la mediación y el diálogo. Yolanda sabe que Sumar, como proyecto político, quizás tardío pero nuevo, no puede empezar con ese lastre aunque la tilden de “cobarde y mezquina”. Otra cuestión es la confluencia de partidos progresistas y si Sumar realmente suma o atiende en su foro interno también a concesiones, es decir, la carga adicional de resta.
El paisaje político es crispante y las mentiras siguen invadiendo a la opinión pública.
Al temor de la “ultraderecha viene” y los pactos evidentes que pueden llevar consigo un retroceso importante en materia de derechos sociales e igualdad, se presenta el derrocamiento del “sanchismo”, una propuesta enérgica por subrayar la egolatría de nuestro presidente, su capacidad para mentir más que habla, sus pactos con los independentistas, sus indultos, su cuestionada gestión económica.
Si te poner a consultar las encuestas y la intención de voto, la demoscopia arroja, a priori, pocas sorpresas. Pero ya sabemos todos que en una sociedad tan polarizada, los indecisos jugarán un papel determinante en las urnas. Al final el resultado electoral podrá definirse por centímetros. El electorado de derecha parece más sólido frente a la fuga de votos de la izquierda.
No obstante, lo realmente importante es discernir entre tanta confrontación lo menos malo para el camino ya transitado y, sobre todo, para el que todos debemos enfilar de ahora en adelante.
Es el voto útil, salir de ese atolladero de propaganda nociva y centrarse en lo que queremos para la próxima legislatura. Probablemente no halle una opción política con la que se identifique, el centro no existe y corren vientos que van de este a oeste. Los nostálgicos del centro, ya sabe, esa equis tan necesaria cuando las posturas son tan opuestas.
Habrá pues que ejercer el derecho al voto o no hacerlo con mesurado análisis evitando dejarse llevar por la visceralidad que los políticos promueven y atender al resultado global de la gestión de gobierno, a su modelo y discurso. El voto útil, la democracia útil no puede estar exenta de análisis y convertirse en un maná de emociones.
Todos sabemos, al menos, lo que no queremos. Y en ese sentido todos podemos también avergonzarnos de pactos y los peajes pagados. La política es un asco, ya digo, pero incide en nuestras vidas y no es asunto baladí la inacción, quedarnos apartados de su desatada locura.
Algo habremos de hacer, de entrada en las urnas, para que ese voto útil nos encamine a mejor puerto, a un cierto marco de esperanza por desencantados que estemos.
La inacción es el precio de los estúpidos, la inoperancia y el desistimiento no pueden ser el signo de un pueblo.
Obviamente no bastará con esto, pero es siempre un principio, o un punto seguido. Nunca debe representar un retroceso. España necesita una amplia transformación que empezaría por atajar el papel del político en la sociedad, su contribución a ésta en términos cuantificables.
Pero eso es una cuestión básica que no puede tratarse desde la ausencia del voto útil. Y ése debe ser ahora nuestro compromiso, dejar la bilis, ser objetivamente críticos, razonar no en términos afectivos sino en ese ejercicio de utilidad. Nadie debe fecundar la idea de una democracia inútil e indeseada. Aunque la política, ya digo, sea un asco.