11/05/2021
Después de catorce meses desde que se inició el
estado de alarma y su reciente finalización no parece muy congruente, a pesar de la evidente mejora epidemiológica en todo el territorio nacional, que éste no se haya prorrogado algunas semanas, quizás meses hasta alcanzar la ansiada inmunidad de rebaño.
El Gobierno deja en manos de las CCAA una pandemia , que no un estado de alarma, con una
clara tendencia a la baja (territorios como Asturias o Melilla presentan caÃdas de hasta más de un 40% en su incidencia acumulada) pero
sin el marco jurÃdico suficiente para actuar en caso de que se necesiten tomar medidas que afecten a los derechos fundamentales de los ciudadanos (toque de queda, restricciones en la movilidad, etc). Aunque el Gobierno se empeñe en redecir una y otra vez que tienen herramientas suficientes para gestionar la situación, lo cierto es que todo queda en manos del
Tribunal Superior de Justicia y aquà ya se presumÃa que podÃamos entrar en un escenario donde nos encontrarÃamos con diferentes criterios por parte de los jueces ya que la ley se interpreta, no se impone.
Esta lógica y previsible situación, unida al talante de los signos polÃticos en cada CCAA, nos deja un glosario heterogéneo de medidas en cada territorio de tal manera que casi nos hace falta un guÃa turÃstico que nos aclare qué podemos hacer o dejar de hacer si me planteo ir al PaÃs Vasco o a AndalucÃa. Además de esta inoperancia, de este circuito informal, la inexistencia del estado de alarma cuando todavÃa la vacunación está a unos 99 dÃas de la llamada inmunidad de rebaño, genera no sólo confusión sino lentitud, desacelera la toma de decisiones ante el Covid-19, un bicho que ya ha evidenciado que lo suyo es la velocidad de propagación y que deja un reguero de muerte y tragedia por dondequiera que ande. Y sabemos que anda por todas partes, haciéndose más fuerte con sus variantes, con los incumplimientos de contrato de las farmaceúticas y aprovechándose de la enorme estupidez que asola a la raza humana. Ya lo decÃa Einstein.
Pues bien, fue caer el estado de alarma y allá que las calles se llenaron para festejar la mal llamada libertad en términos de cañas, bailes y sin mascarilla. Como si, de repente, el
virus hubiera mudado a otro territorio que no fuera el nuestro, como si la cosa ya no fuera con nosotros, como si la tragedia vivida se eclipsara en la memoria: el vivo al bollo y el muerto al hoyo. Lamentable, execrable pero, sobre todo,
previsible.
¿O es que no esperábamos ese aluvión de irresponsables en nuestras calles aludiendo a la responsabilidad individual? , ¿ no se ha mostrado suficientemente que a la mÃnima que te dan una oportunidad para utilizar tu libertad con cabeza , una amplia minorÃa se descoca y nos pone en peligro?. ¿Qué clase de educación hay cuando oyes a una adolescente decir públicamente que le han "quitado sus bellos meses de universidad" y que por ello se lanza a la calle con su litrona desde la 7 de la tarde y sin ponerse ya su zapatito de cristal ante el toque de queda?, ¿ de dónde salen estas "princesas"?, ¿y de dónde provienen esas guitarras desafinadas y ese canto etÃlico?.
Viene de donde viene: de un pueblo sin educación.
Estos atolondrados que juegan al despiste desprecian los esfuerzos de sanitarios, las fuerzas de orden público, los cementerios, los hospitales incendiados de lágrimas y muertes a deshora, la memoria de tantos, el respeto de todos. Son una calima difÃcil de digerir que asomados a su juventud desconocen el rigor de lo primario y olvidan todo cuanto ocurre porque su vida les va en gana y creen tener un as en la manga cuando la luz se vaya. Creen que son "superhéroes" bajo la luz de la luna, camarones contra la corriente, una burbuja de aire en medio de tanta injusticia. ¡ Qué sabran ellos de justicia, los tan altamente solidarios, los que se apretan el pecho con nobles causas si no tienen ni un mÃnimo flujo de sensatez que les prevenga de su propia inexistencia! .
Por fortuna no todos los jóvenes son asÃ, pero basta esa minorÃa candente para meternos en un infierno lacrimógeno donde ya no tendremos capacidad para resistir: porque estamos al lÃmite, hace mucho que estamos al lÃmite , colgando del alambre hacia el vacÃo donde muchos ya ni siquiera ven la ronda de los buitres.
Por eso este Gobierno debió y debe afrontar esta situación con responsabilidad y no arriesgar lo salvado por un
coste electoral, no canjear vidas por un ejercicio de egolatrÃa, no amortiguar la caÃda de electores y el varapalo de Madrid con su refrendada impostura.
Hay mucho en juego y, de una vez por todas, no podemos ser reinos de taifas y mucho menos escudarnos en la sandez del engaño para perpetuar su liquidez y su trono.
¡ Hagan algo, tengan un plan B y C si es necesario ¡. Tiempo han tenido.....
El resto lo hará el pueblo, y espero no con demasiado entusiasmo que sea la mayor parte del pueblo educado.